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Por: kenshin

Ahi se encontraba, al fin desidido a hacer lo que por temor y amor no se habia atrevido. Cierto era que en el pasado, hechizado por sus encantos y atractivos, se habia dejado seducir por las ideas del que ahora seria su oponente. Ya no mas su amigo, compañero, colaborador intelectual, pero sobre todo, su gran amor. La alta y delgada figura de Albus Dumbledore, vestido con su ya usual capa morada, contrastaba con su entorno: un paramo desoldado, dominado a lo lejos por una nebulosa figura petrea, negra e imponente cuando uno se encontraba cerca, pero ahora, desde esa distancia, no era mas que un mancha en el horizonte, pero una que, aun paresiendo tan pequeña por su lejania, contenia en sus adentros una amenaza mayor que cualquier hechizo o maldicion que pudiecen ser concebidos: La verdad.
Ese temor que calava mas hondo que cualquier otro, paralizandole el corazon, desgarrando su interior con cada bocanada de aire que ingresaba a su cuerpo, por la incontrolable ansiedad de poder encontrarla, y aun mas, de que seria capaz de hacer de llegar a hacerlo. Su corazon habia quedado irreparablemente dañado, pues el dolor de perderlo al mismo tiempo que el no saber si habia sido él, Gellert o Abeforth, quien habia puesto fin a la vida de su hermana, habian socabado todas las aspiraciones que en su juventud pudo haber tenido. Le habia demostrado a todos, pero sobre todo a si mismo, que el no era apto para dirigir, que su corruptibilidad lo marcarian de por vida y la unica manera de evitar otra desgracia era autoexiliarse de todo lo relacionado con el poder.
Pero ahora solo él tenia el poder para derrotar a aquel con el que alguna vez compartio sueños y aspiraciones, aquel del que se habia enamorado perdiamente, y cuyo unico sentimiento que tenia hacia el era de culpa. Una culpa que por demas jamas lo dejaba, la traia como lastre y martirio de aquella promesa que jamas cumpliria, guardaria en lo profundo de su ser el sentimiento mas presiado que jamas hubiese tenido por intentar purgar un culpa que jamas dejaria de atormentarlo. Se aborrecia a si mismo por estar en esa cituacion, preferiria mil veces el saber que habia sido él mismo el que habia matado a su hermana, que cualquiera de los otros dos, asi podria simplemente torturarse hasta la locura y, como ultimo acto desesperado y de piedad hacia si mismo, finalmente terminar con su vida. Y aun asi existia la posibilidad de que no fuese asi, de que él supiera la verdad y al revelarsela todo su mundo se viniese abajo.
Si Gellert fuese el responsable, jamas podria matarlo, lo atormentaria por siempre el saber que por su estupides e ingenuidad hubiese llevado a su amado a cometer semejante demasia por un tonto pleito, por no haberle ni haberse puesto un alto ante tan irracional empresa. Peor aun si fuese Abeforth, el saber que su pequeño hermano hizo justamente lo contrario que queria, defender a toda costa a Ariana, por intentar detenerlo en el camino de sus locuras, de sus impulsos, de sus desvarios, seria peor que todo, el haberlo orillado a defenderse y en un incensato momento, terminar robando la vida de aquella pequeña que habia quedado olvidada por él.
Sabia que en realidad no existia un culpable, ni siquiera el, a quien con tanto empeño intentaba castigar, pero aun asi, las dudas no podian abandonar su corazon. Habia escapado por mucho tiempo a este encuentro justamente por la incapacidad de perdonarse a si mismo, de poder seguir adelante con su vida, pues las dos razones que podria tener para seguir adelante ya no las tenia, habia perdido a toda su familia, unos muertos y otros lo consideraban muerto, y su amado se habia vuelto su pero enemigo, aquel que tendira que detener a toda costa y que, sin poder escapar de su destino, en unos minutos tendria que encarar, junto con todos sus remordimientos y culpas, pues ya lo habia decidido, jamas volveria a amar como lo habia hecho, jamas volveria a tener sueños como los habia tenido, jamas volveria a ser el mismo, ahi, en ese preciso momento, moria el Albus que alguna vez fue, dejando un cascaron vacio que solo se dedicaria a hacer lo que pudiese, no mas, no menos. Pues aunque esperaba que el desenlace fuese uno, sabia que este jamas llegaria.
Con paso decidido, muy contrario a lo que de verdad sentia, se dirigio a su objetivo: Nurmengard. No esperaba un camino facil de recorrer, pues sabia muy bien que Gellert estaria preparado para todo, mas cual fue su sorpresa al ver su camino libre, sin señales de trampas ni nada que pudiese obstruir su camino. Parecia que el destino, o algo mas, quisieran que su encuentro no se retrasara mas.
Al fin, al pie de la inmensa fortaleza, se encontraba dispuesto a empezar a subir las escaleras que conducen a la inmensa puerta de metal negro, con la que se encontraba sellada, lo que era el cuartel de unos y la prision de otros. Cuando su pie toco el primer escalon, un escalofriante chirrido hizo acto de presencia, seguido por el lento movimiento de las puertas que con el tiempo dieron paso a una figura muy parecida a la suya, alto, delgado, pero con el cabello negro al igual que sus ojos, impavido ante quien se encontraba a su frente, quien solo retrocedio un paso para poder ver mejor la imagen que se dibujaba en la puerta.
No pudo evitar que en su interior un mar de emociones se desataran, el corazon empezo a latir con desenfreno, mientras en sus ojos las emociones se acumulaban, amenazando con desbordarse en lagrimas. Mas se contuvo, manetniendo su pose serena e inmutable, alzando la voz que ahora, tras tantos años, el tiempo habia enrronquecido.
-Me da mucho gusto volver a verte, mi querido Gellert.
-Albus, que sorpresa. Ma hubieses avisado que venias para preparar algo.
-No te molestes. Mi visita, espero, sera corta.
-¡Valla! Creo que se te ha olvidado que a mi no me puedes mentir, ¿Verdad? Recuerda que yo se leerte a la perfeccion, Albus, asi que conmigo no tienes que aparentar -Lo vio directo a los ojos, con una intensidad que desde hacia tantos años no usaba, mientras seguia con su discurso-. Se a que has venido, se por qué hasta ahora lo has hecho, y si de verdad piensas enfrentarme, lamento decir que, aun contigo, no tendre ningun tipo de piedad.
-Pues bien, como tu mismo lo has dicho, me conoces en mi totalidad, por eso mejor que nadie deberias de entender como me siento al estar ante ti, aun asi he venido, aun asi sigo esperando que jamas tengamos que pelear, que abandones esos ideales erroneos que compartiamos en la juventud y los sustituyas con lo que de verdad hay en tu corazon. ¿O ya has olvidado por que hacias lo que hacias?
-Haciamos, Dumbledore. Y no lo he olvidado. Tu fuiste el que dejo que unos niños se interpusieran entre nosotros. Tu fuiste el que abandono nuestra sueño. ¡Tu fuiste el que me abandono! -Dijo al final con todo el desprecio que pudo.
-¿Que querias que hiciera? Mi hermana se encontraba muerte de repente, mi hermano estaba sumamente lastimado no solo por la batalla, sino por lo mismo que yo. Yo te amaba, y aun lo hago, pero no puedo seguir evitandote ni evitandome a mi mismo. Te has convertido en algo que jure que detendria, lo que yo era en el pasado y que solo desgracias trae consigo. Por la memoria de toda mi familia muerta lo he hecho, y ahora, ni por amor ni por nada puedo detenerme.
-No podras detenerte, ni a mi tampoco. Yo se la verdad, Dumbledore, yo se quien es el responsable de la muerte de tu hermana, pero no te preocupes, no pienso revelartelo, al menos no aun. Solo al final de esto, cuando me pidas por piedad que te asesine, te dire esa verdad a la que tanto le temes, y yo, clemente solo ante ti por lo que algun dia senti, te lo dire en un susurro junto con mi osculo de muerte. (Perdon, no pude evitar ponerme poetico, jejejeje)
-De verdad aun no es tarde. Desiste de tu locura y ayuda a reparar lo que has hecho. Te lo ruego, no importa si me matas, lo unico que quiero es poder proteger a aquellos que no he podido, incuido tu. Te abandone, es cierto, pero aun no pierdo la esperanza de poder estar a tu lado, de que, si esta historia tiene la posibilidad de no ser una desgracia, puedas perdonarme y yo me perdone a mi mismo, arreglemos todo de lo que somos responsables, para que al final, podamos estar juntos.
-La unica forma en la que estaremos juntos sera cuando te mate. Lo siento -Y aunque esto lo dijo con sinceridad, un rayo de luz salio de su varita con direccion hacia Dumbledore.
Aunque no tenia dificultad alguna por evitar los hechizos que le lanzaba, no podia apuntar como queria, asi que al final, termino invocando un escudo plateado, en el que los hechizos rebotaban, sacandole sonidos huecos. Vio como una inmensa masa de fuego se acumulaba formando la figura de un lobo, aremetiendo contra el. Sabia que el escudo de eso no lo podia proteger, asi que elevando una formacion rocosa que se encontraba cerca, la dejo caer sobre ese fuego maldito que no se extingui, pero le dio tiempo suficiente para hacer el contrahechizo que por fin logro dejar solo cenizas del fuego.
Grindelwald no espero mucho para volver a atacar, sus avilades magicas mas su poder y la posecion de la varita de sauco lo convertian en el rival mas dificil al que se habia enfrentado, esto sin tomar en cuenta los sentimientos que tenia hacia el, lo cual duplicaban la dificultad de su mision.
Ahora la masa d rocas calcinadas por el fuego habian formado una especie de mano, que perseguia a Dumbledore alla a donde fuese, este se aparecia y desaparecia con una velocidad de vertigo, logrando esquibar lo que sin duda, a cualquier otro, ya hubiese matado. Al final se apareci en la punta de la torre mas alta, desde donde conjuro un rayo que partio a la mitad la mano, desplkomandose poco a poco las rocas que la formaban.
Era su turno, nuevamente conjuro el rayo con direccion a Grindelwald, este, esperandolo, lo retubo en su varita y lo redirigio a Dumbledore, quien simplemente lo dejo pasar de largo. Nuevamente un rayo hizo acto de presencia, pero este con forma de dragon, siguiendo a Grindelwald a donde quiera que se aparecia, parecia que los papeles se habia invertido, pues ahora era Gellert el que huia. Este, viendo la desventaja de su situacion, invoco otro dragon, aunque este de fuego verde, un dragon que al chocar con el otro despedian chispas y bocanadas de humo.
Mientras los dragones seguian peleando el uno contra el otro, Grindelwald se lanzo a la lucha directa contra Dumbledore. A tan solo una distancia de poco metros se encontraban uno del otro, sus varitas parecian manchas por lo rapido de sus movimientos, mientras la brisa y la intensidad de la batalla despienaban a ambos por igual, perlando de sudor sus rostros, contraidos por la concentracion con la que peleaban.
Esa batalla podria prolongarse por siempre, pues la igualdad en la que se encontraban por habilidad y poder era insignificante. Aun asi, en un atisbo de incertidumbre, el corazon de Grindelwald titubeo, justo cuando tenia a Dumbledore a su merced, en un pequeño descuido que habia cometido este. Aprobechando el momento, Dumbledore aparecia unas cadenas de fuego dorado que rapidamente se enredaron al rededor del cuerpo de Grindelwald. Con un rapido y fugaz movimiento de su varita, atrajo la contraria, sintiendo al momento una extraña sensacion en los dedos. Ahora todo habia acabado, al menos en esa lucha. El dragon de relampago por fin destruyo a su homonimo de fuego, para despues perderse en las nubes gris que poco a poco dejaban caer su llanto, sin poder labar los restos de la battalla y los sentimientos que poco a poco se formaban en sus pechos.
Dumbledore callo arrodillado, exhausto al lado de Grindelwald. Una timida sonrisa se poso en sus labios al mismo tiempo que las lagrimas surcaban libremente su rostro. Miro al que estaba a su lado, quien tenia la mirada perdida en el cielo nublado.
-¿Por que te rendiste?
-No fui yo. Creo que al final mi subconciente me ha traicionado.
-Tu ganaste -Imsistio.
-La unica forma en la que podia ganar era esta -Dijo al fin, derramando unas lagrimas que se confundian con las gotas de lluvia que resvalaban por todo su ser-. Creo que al final lograste lo que querias.
-Eso jamas lo podre tener, no ahora, ni aqui. Pero al menos podre ahcer esto -Tomo su propia varita, injertandola en el pecho de Grindelwald-. Asi jamas te volvere a dejar, tendras una parte de mi hasta el final.
La calma que se formo en ese momento se esparcio lentamente por todos lados. Poco a poco todos los seguidores de Grindelwald fueron apresados, y los que lograron escapar, nunca mas volvieron a aparecer.
Dumbledore por fin pudo superar su pasado, redimiendo sus errores con la busqueda de un mejor porvenir. El dolor de dejar su amor encerrado en aquel paramo jamas lo abandono, asi como su varita jamas abandonaria a Gellert, con la unica esperanza de que, en ese algo que pudiese haber mas alla, por fin pudiese compartir lo que no pudo en vida, en su ahora muerte, con su amor.


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